Título completo: Efectividad de la comunicación del riesgo cardiovascular.
Código: SESCS Num. 2009/01
Autores: Perestelo Pérez L, Rivero Santana A, González Lorenzo M, Pérez Ramos J, Serrano Aguilar P.
Persona de contacto: Lilisbeth Perestelo (lilisbeth.peresteloperez@sescs.es)
Resumen
Introducción:
La enfermedad cardiovascular (ECV) es la primera causa de muerte en el mundo. Entre los factores de riesgo de desarrollar ECV identificados por la investigación médica se encuentran los niveles de lípidos en sangre, la hipertensión o la presencia de diabetes, así como aquellos factores conductuales modificables como la alimentación, una actividad física insuficiente o el consumo de tabaco y alcohol. Por tanto, de cara a una prevención efectiva de la aparición de ECV, las recomendaciones sanitarias priorizan la puesta en marcha de programas de prevención primaria que fomenten la reducción del riesgo a través de estilos de vida saludables, con lo cual se podría disminuir significativamente la prevalencia de ECV y su mortalidad asociada. En este sentido, la concienciación de la población al respecto del riesgo de desarrollar ECV, así como de la posibilidad de reducir dicho riesgo mediante cambios en el estilo de vida se convierte en un elemento esencial para el éxito de los programas de prevención.
En el ámbito médico, la comunicación de riesgos se define como el proceso de intercambio de información y opiniones sobre los riesgos de desarrollar una enfermedad o aquellos asociados una intervención médica, facilitando una mejor comprensión por parte del paciente y una mejor toma de decisiones sobre su salud. La investigación ha demostrado que las personas muestran importantes sesgos, ya sea por infraestimación o sobreestimación, a la hora de estimar dichos riegos, por lo que una comunicación efectiva se convierte en condición necesaria para una buena toma de decisiones al respecto de realizar cambios en el estilo de vida o de elegir determinado tratamiento y/o cumplir con su prescripción.
El objetivo de esta revisión es identificar estudios que evalúen la efectividad de las estrategias de comunicación de riesgo cardiovascular a pacientes y población general, que buscan producir cambios en el estilo de vida así como la aplicación de tratamientos médicos adecuados de cara a la reducción de dicho riesgo cardiovascular.
Método:
Se consultaron las siguientes bases de datos electrónicas (hasta Junio de 2010): MEDLINE (desde 1950), EMBASE (desde 1980), PsychInfo (desde 1887), CINAHL (desde 1981), y Cochrane (desde 1800). Se incluyeron estudios controlados aleatorizados (ECA) o estudios con un diseño comparativo, que evaluaran intervenciones consistentes en comunicar el riesgo cardiovascular de forma personalizada, ya sea aisladamente o en conjunción con otro tipo de intervenciones destinadas a la reducción del riesgo, como herramientas de ayuda para la decisión o programas de cambio conductual. La calidad de los estudios se evaluó utilizando la Escala de Jadad, por dos revisores de forma independiente.
Resultados:
La búsqueda electrónica produjo 2617 referencias una vez eliminados los duplicados. A partir del título se seleccionaron 196, de cuyos abstract se seleccionaron 39 para su lectura a texto completo, siendo finalmente incluidas 11, referidas a 10 estudios. Después de añadir las referencias identificadas por búsqueda manual, quedaron finalmente incluidas 23 referencias, referidas a 19 ECA (siete de ellos por conglomerados).
Los estudios incluidos muestran efectos mixtos sobre la reducción del riesgo cardiovascular, con aproximadamente la mitad de los estudios obteniendo efectos estadísticamente significativos a favor de la intervención en comunicación del riesgo. Se trata de efectos de poca intensidad, aunque dada la prevalencia de la ECV han de considerarse relevantes desde un punto de vista de salud pública. En cuanto a los factores de riesgo, el resultado más consistente se ha encontrado en la reducción de los niveles de lípidos en sangre, aunque también se trata de efectos de poca intensidad. Para el resto de medidas de resultado (presión sanguínea, índice de masa corporal, percepción del riesgo, inicio y/o adherencia al tratamiento médico, cambios en el estilo de vida y en las variables relacionadas con la toma de decisiones, reacciones emocionales) los resultados son inconsistentes o insuficientes.
Conclusiones:
Las intervenciones en comunicación del riesgo cardiovascular muestran resultados inconsistentes. En aproximadamente la mitad de los estudios evaluados se han logrado reducciones de pequeña intensidad en el riesgo cardiovascular y los niveles de presión sanguínea, y en el 70% de las intervenciones se han obtenido reducciones estadísticamente significativas en los niveles de lipoproteínas de baja densidad. Estos resultados deben restringirse a las intervenciones en prevención primaria, y parecen más intensos en los participantes con un mayor riesgo en línea base. No se han producido efectos negativos sobre los resultados de salud, ni sobre las respuestas emocionales o los procesos de toma de decisiones de los participantes.
Los efectos comentados han ido acompañados de cambios en el estilo de vida (principalmente en la alimentación y en menor medida el consumo de tabaco), aunque los resultados en estos factores también son inconsistentes o insuficientes. En general, no parecen producirse resultados significativos sobre el inicio o modificación del tratamiento farmacológico, ni sobre la adherencia a este. No existe evidencia de que la intensidad de las intervenciones educativas o de orientación sobre cambios en el estilo de vida incida en la aparición o intensidad de resultados significativos.
En resumen, los resultados obtenidos, aunque no suponen una evidencia sólida, sugieren que la comunicación personalizada del riesgo cardiovascular puede producir efectos positivos en la reducción de dicho riesgo, al menos en personas sin ECV diagnosticada y especialmente en aquellas con mayor riesgo. No obstante, se requiere más investigación para concluir en qué medida estos efectos positivos se deben exclusivamente al proceso de evaluación y comunicación del riesgo, o a la implementación de intervenciones adicionales de tipo educativo o de asesoramiento sobre cambios en el estilo de vida, y el nivel de intensidad de dichas intervenciones.
Informe final 2009 Efectividad de la comunicación del riesgo cardiovascular