Título completo: Propuesta de guía para la evaluación económica aplicada a las tecnologías sanitarias.
Código: SESCS Num. 2006/22
Autores: López Bastida J, Oliva J, Antoñanzas F, García-Altés A, Gisbert R, Mar J, Puig-Junoy J.
Resumen
Preámbulo
La evaluación económica de tecnologías sanitarias (EETS) se ha convertido en los últimos años en Europa en una herramienta de primer orden para los decisores sanitarios en sus estrategias de priorización de recursos sanitarios y de adopción de nuevas tecnologías.
Lejos queda el primer intento fallido del Estado de Oregón de establecer prioridades en la asistencia sanitaria a nivel comunitario, empleando únicamente los criterios de eficiencia derivados de la evaluación económica (EE). Cercanas quedan en cambio sus enseñanzas sobre las limitaciones técnicas encontradas en este proceso, pero también sobre las limitaciones de establecer un mecanismo de priorización de servicios sanitarios basado exclusivamente en criterios de eficiencia. Los estudios de EE deben servir para ayudar a la toma de decisiones y no para reemplazarla.
Por lo tanto, no deben ser utilizados mecánicamente. Hay otros elementos como la justicia, la equidad, el acceso o la libertad de elección que deben ser tenidos en consideración en el proceso de toma de decisiones. Utilizados correctamente, pueden aportar una información primordial en dicho proceso.
Más éxito han tenido las propuestas de Australia o de la provincia de Ontario (Canadá) cuando a comienzos de los años 90 (1993 y 1994, respectivamente) condicionaron la financiación pública de los medicamentos y ligaron la negociación de los precios de los mismos a la relación incremental entre su coste y efectividad. Con posterioridad, otras tecnologías sanitarias tuvieron que superar este filtro o barrera.
En Europa, aunque las agencias de evaluación de tecnologías sanitarias vienen funcionando habitualmente desde los años 90, la experiencia del National Institute for Health and Clinical Excellence (NICE) ha supuesto un antes y un después en el papel y la influencia de este tipo de agencias en el proceso de toma de decisiones. Los responsables sanitarios europeos tienen el deber de poner a disposición de sus ciudadanos aquellos avances tecnológicos que ayuden a mejorar su esperanza y calidad de vida e invertir recursos en prevenir problemas de salud. Sin embargo, también se tiene conciencia de que estas mejoras suelen implicar un mayor gasto sanitario y que su adopción indiscriminada implicaría un serio riesgo para la sostenibilidad de los sistemas sanitarios públicos. El debate y el cambio cultural que ha supuesto la existencia y el trabajo desempeñado por el NICE en estos años sin duda han contribuido a modificar la visión sobre las responsabilidades de las agencias de evaluación de tecnologías sanitarias y a subrayar las potenciales ventajas de contar con sus recomendaciones.
Un elemento necesario para la utilización de estas herramientas es que los agentes que realizan las evaluaciones económicas cuenten con unas reglas mínimas del juego. Dado que la EETS es un área pluridisciplinar incipiente de conocimiento científico, en los últimos años han ido apareciendo continuamente nuevos conceptos de interés ligados a la misma y se han producido notables avances metodológicos, exportables a otras áreas de la economía y de la investigación en servicios de salud. Ello no impide que sea necesaria una estandarización en los métodos empleados si se quiere contar con una cierta homogeneidad en la realización de estos análisis, en la interpretación de los mismos y en la utilidad que aporten a los decisores sanitarios.
España fue uno de los países pioneros en realizar propuestas de estandarización metodológica aplicable a estudios de EE. En los años 1993 y 1998, la Dirección General de Aseguramiento y Planificación Sanitaria del Ministerio de Sanidad y Consumo y la Dirección General de Farmacia y Productos Sanitarios, encargaron a un equipo de trabajo coordinados por Joan Rovira (Universidad de Barcelona) y Fernando Antoñanzas (Universidad de la Rioja), la elaboración de informes para el establecimiento de una metodología estándar para la EE de tecnologías y programas sanitarios, incluyendo medicamentos. No obstante, la falta de una decisión administrativa y de un apoyo de los gestores sanitarios a este tipo de herramientas hizo que las propuestas cayeran en desuso. En un contexto global, al respaldo inicial de australianos y canadienses, en los últimos años, muchos países europeos (Reino Unido, Suecia, Holanda, Alemania, Hungría, Portugal, Finlandia,…) han aceptado la información proveniente de la EE como un elemento de utilidad para la asignación racional de los recursos sanitarios disponibles. En este contexto, España es uno de los pocos países europeos que aún no da señales claras de su orientación en esta cuestión.
Posiblemente también en España, en un futuro próximo, será cada vez más habitual que las nuevas tecnologías sanitarias financiadas por el Sistema Nacional de Salud deban aportar una adecuada evidencia de su valor económico, comparando lo que cuestan con lo que aportan en relación con otras tecnologías alternativas. Estas herramientas deben adoptar una serie de reglas claras y consensuadas por parte de los agentes del sistema sobre las cuestiones técnicas o metodológicas de los estudios de evaluación de tecnologías sanitarias. Por este motivo, las presentes recomendaciones tratan sobre cómo realizar estudios de EE de alta calidad y las circunstancias en que ciertos tipos de estudios son más apropiados.